Estoy encantada de pasear de nuevo por aquí. Continúo
con los posgrados en "Marketing Digital y Herramientas 2.0".
Tengo amigas que alucinan por cómo me manejo en un entorno en el que yo aún me
siento en pañales, pero lo cierto es que nuestras inquietudes son bien
distintas. Reconozco que apenas sé hablar de las cosas que las mueven a ellas
(el señor Grey, Gran Hermano, las telenovelas de Antena3), igual por eso nos
soportamos. He superado con creces febrero y, febril como nunca, me empiezo a
preparar para las pruebas de junio.
Esto de los social media tiene su aquel, en
serio. Si te acomodas en el sofá te voy contando. Venga, te espero, esta noche
de temblores y calenturas no tengo prisas. Verás, la web 2.0 (CMS, multimedia sharing,
wikis, etcétera) es la evolución de la web 1.0 (página web estática), la
tradicional por todos conocida, la que se caracterizaba por tener un webmaster que
generaba los contenidos que eran consumidos por los visitantes del site.
Sin embargo, en la web 2.0 los contenidos se producen directa o
indirectamente por los usuarios que los consumen. ¿No te parece alucinante?
Hemos pasado de la relación unilateral del sitio web a la bilateral de
la participación online. Los consumidores (usuarios sin posibilidad de
participar directamente y de forma inmediata en los site) nos hemos
convertido de la noche a la mañana en prosumidores capaces de
interactuar en tiempo real. ¿Qué más se puede pedir?
No cabe la menor duda que tamaña revolución
comunicativa ha cambiado la manera de relacionarnos. En ese sentido, la red que
socializa a los asociales y deshumaniza a los humanos es un peligro en
potencia. Claro que soy partidaria de su uso, pero con seso, con mucho seso
(sí, sí, con “s”). Todo ámbito más allá de la comunicación se ha visto transformado en un margen de tiempo considerablemente reducido. Los tradicionales mass media nunca llegaron tanto y tan rápido a las masas como ahora gracias a los social media. Cualquier político que se precie tiene Twitter y perfil en Facebook, las campañas políticas se exponen en la red, lugar donde los ciudadanos las echamos por tierra. Los personajes del corazón se ganan el favor del público en las redes sociales y ya no solo venden sus vidas al papel couché. La televisión incita a la interactuación con el público colocando un hashtag en la parte superior de nuestras pantallas. ¡Hasta el Papa saliente tenía una cuenta de Twitter! El mundo como hasta hace una década lo conocíamos cambia a pasos agigantados.
Pero las redes sociales tienen fecha de caducidad. Hemos sucumbido a sus encantos aunque en realidad no son más que el medio comunicativo del siglo XXI. En la prehistoria utilizaban las señales de humo. En la Edad Media se luchaba en nombre de Dios. Surge la imprenta de Gutenberg. El Renacimiento cambia las armas por las plumas. Aparece el telégrafo, el teléfono y hasta el megáfono. Libramos dos Guerras Mundiales. Nace internet y nos creemos los amos del mundo. Los modos de comunicarse se adaptan a las necesidades de los pueblos y al progreso que ello conlleva. Cuando mi hijo tenga mi edad los medios sociales tal y como los conocemos habrán pasado a la historia.
Los medios de comunicación avanzan con el hombre, espero que nunca sea al revés, en ese caso estaríamos perdidos.