jueves, 6 de octubre de 2016

"The Collection", un CD recopilatorio de The Communards (2012)


Ficha Técnica:


Single:  "You Are My World"

Álbum:   The Collection


Género:  Synth Pop

Intérprete:  The Communards

País:  Reino Unido

Año:  2012




De oídas:

Soy de segundas oportunidades. Es más, incluso alguna vez lo he sido de terceras (y no creas que lo reconozco con la boca pequeña). No es que yo sea masoquista, en realidad se trata solo de una cuestión de perspectiva vital. A veces simplemente no es el momento de leer un libro, de escuchar una canción, ver una película, visitar un lugar o compartir parte de tu vida con una persona. Dado que el tiempo suele ponerlo todo en su lugar, por muy revuelto que parezca a simple vista, el cerrarte a cal y canto a aquello que reverbera en el exterior te hará perder una ocasión de oro que, de seguro, aprovechará otro.

Corría el año 1986. Esta que escribe, con apenas once años, rompía su hucha en forma de "Vespa" dispuesta a invertir los pocos "duros" que tenía ahorrados en algo de música. Los Reyes Magos me habían traído un radio-cassette Sanyo, un ENORME radio-cassette Sanyo que con una única pletina y un extraño tono dorado llegaría a convertirse en mi fiel compañero de fatigas. Me pasaba las mañanas de los domingos encerrada en mi habitación grabando canciones directamente de los "40 Principales", rezando para que nadie tuviera la brillante idea de abrir la puerta sin avisar y me chafase lo grabado. Siempre he tenido unos gustos musicales muy particulares o, al menos, eso mantienen a día de hoy mis padres que ya entonces no entendían por qué prefería a los británicos Bronski Beat en lugar de a Monano y su banda que por aquella época pegaba fuerte en España de la mano de la familia Aragón. Aún recuerdo el impacto que me causó el vídeo "Smalltown Boy" (puedes verlo pinchando AQUÍ), en particular la escena en la que Jimmy Somerville era perseguido por un grupo de hombres solo por su condición de homosexual y repudiado por su familia por el mismo motivo. 'Coming out, coming home' (quien quiera entender, que entienda, tanto literal como metafóricamente hablando). En mi casa no llevaban bien que yo tuviera ese tipo de inquietudes culturales (leía muchísimo, escuchaba música que consideraban "poco recomendable" para mi edad y el cine era mi perdición), pero es algo a lo que se han ido acostumbrado con el tiempo, más mi padre que mi madre eso sí. No cabe duda de que he interiorizado toda esta información ya de mayor, tirando de memoria y en las sobremesas de alguna que otra reunión familiar en las que casi nunca salgo bien parada (desde el cariño, siempre desde el cariño). La cosa es que con lo poco que tenía ahorrado me compré el cassette "Communards" del grupo homónimo, uno de los LP más vendidos en España en el año 1985. ¡Dios, cómo me gustaba ese falsete agudo imposible de imitar! En cuanto escuché "So Cold The Night" en la radio supe que todo el dinero que tenía ahorrado lo invertiría en comprar esa cinta rebobinable con un bolígrafo "Bic". En fin, que el pseudo-duo británico protagonista de ese K7 me contagiaba su buen rollo en cada una de sus letras (la co-cantante Sarah Jane Morris, de voz antitética pero complementaria a Somerville, para más señas la morena con el pelo recogido que canta en el vídeo "So Cold The Night", se ganó con creces ser el tercer miembro del grupo aunque solo lo fuera en la sombra).  

Afortunadamente soy de segundas oportunidades porque hoy, treinta años después, gracias a este recopilatorio comprado a precio de saldo en The Communards suenan en mi coche casi a diario. Y disfruto como lo hacía entonces pero en compañía de mi hijo quien, al principio, me miraba con cara rara y se partía de risa cuando me escuchaba cantar a pleno pulmón desafinando como una loca o cuando reproducía en los semáforo en rojo esas míticas coreografías de los ochenta, pero que ha terminado entonando la mayoría de las canciones conmigo como si la vida le fuera en ello, incluso lo escucho tararear "You Are My World" cuando está distraído en su mundo (valga la redundancia) y su sonrisa delata gran parte de sus pensamientos.

Igual te preguntas por qué de entre tooooodas las canciones de esta maravillosa colección he elegido esta en concreto. Lo cierto es que no me ha resultado nada fácil, pero nada de nada. "So Cold The Night" es la que me trae más gratos recuerdos del pasado (si picas AQUÍ podrás escucharla). El vídeo oficial de "Disenchanted" me fascina de principio a fin por la icónica representación de Richard Coles y por lo mucho que me recuerda a los míticos clips de los Bronski Beat (te invito a verlo AQUÍ). Y "Reprise", (¡uf!) me entristece tanto "Reprise"... Incluso cuando no conocía su letra, incluso cuando no sabía traducirla, se me anudaba a la garganta con tanta fuerza que casi me impedía respirar. ¿Sabes?, no soy de piedra. "Life goes down, down, down, down". Escúchala si tienes un rato, a solas, aunque no conozcas la letra, aunque no sepas traducirla, aunque se te anude a la garganta con tanta fuerza que casi te impida respirar. Me alegrará imaginar que tampoco tú eres de piedra. "Life goes down, down, down, down". Escúchala.




Entonces, ¿por qué "You Are My World"? Porque es la canción favorita de mi hijo y ese detalle casi me vale más que todo lo demás. No obstante, es justo reconocer que desde el inicio del vídeo se aprecia la innegable maestría al piano de un jovencísimo Coles que más que tocar las teclas les hace un previo sexual de lo más sugerente. Y la voz de Jimmy Somerville es especialmente imposible en la parte final con todo el valor musical añadido que supone el compararlo con lo que se hacía en aquella década. Esta canción es reflejo de los años dorados de la música, de las tendencias que llegaban, de las que se iban, de las modas pasajeras, de los usos y costumbres ochenteros, de la cultura como medio reivindicativo de una sociedad en ebullición. Te puede gustar más o menos, pero no me negarás que esa sonrisa tuya delata que tu cuerpo se ha dejado llevar por su ritmo con un movimiento suave y constante con olor a otros tiempos. ¿Para qué quieres más hoy? ¡Disfrútalo!  



A cappella:

Andaba yo por aquí divagando sobre lo asombroso que resulta el subconsciente. Igual te instala en el cerebro una antigua canción sin título ni autor que no puedes dejar de tararear, que te evoca imágenes del pasado que creías olvidadas o te recuerda que hoy, precisamente hoy, hace diez años que alguien a quien apreciabas mucho se cruzó en tu camino. ¡Qué cosas!

Siempre he sido de las que piensan que, por mucho que recortes los cantos de una pieza de puzle para que encaje en el lugar de otra que has perdido, si esa pieza no es la original el puzle jamás lucirá como en la imagen de la caja, por tanto todo esfuerzo que realices será en vano. No nos engañemos, las segundas oportunidades siempre son más fáciles cuando se trata de un libro o de un lugar que de una persona, ¿verdad? Porque hay relaciones que sin remedio se van diluyendo en el agua hasta que, por sí solas, terminan por desaparecer, personas que solo están de paso en un momento muy concreto de nuestras vidas a las que no hay que aferrarse por el bien común. Y es que las relaciones “tipo muelle”, ese tipo de relaciones que con la misma facilidad se juntan los extremos que se alejan hasta casi ni verse, esas relaciones siempre acaban mal por infinitas oportunidades que se les den (convénceme, por favor, de lo contrario si te crees capaz).      

Ayer, durante la cena, hablábamos de dos conocidas que eran inseparables y hoy ni se tienen en la cuenta de Facebook. Y no es raro, no, en esta época de idas y venidas cuesta que alguien deje tanta huella en uno como para concederle un número infinito de oportunidades. Sí, tienes razón, a veces uno siente la necesidad de preguntar cómo trata al otro la vida después de tanto tiempo, o incluso, cuando te enteras por casualidad de la enfermedad de un familiar, quisieras marcar su número (eso, si no eres como yo y con suerte aún lo conservas) solo para asegurarte de que su voz sigue entera. No sé, a veces quisieras contarle que reconociste a alguien en un programa de televisión y que no pudiste evitar reírte cuando resbaló por los escalones de camino al baño, o tal vez que gracias a su voluntario y prolongado silencio has conseguido dejar de echarle de menos (¿o no?). Por lo general, todo es más sencillo de lo que nuestra cabeza nos hace creer, pero el ser humano gusta de ser laberíntico en las relaciones con sus semejantes. ¡Qué le vamos a hacer, nadie es perfecto!

No hay duda de que las segundas oportunidades no siempre se presentan en el mejor momento, pero no por ello hay que cerrar la puerta a cal y canto para que ni siquiera entre la luz del exterior como si fuésemos vampiros. Recuerda, por tu bien, que existe la posibilidad de que un día te quedes sin velas. ¿Vivirás entonces a oscuras?