Ficha Técnica:
Single: "You Are My World"
Álbum: The Collection
Género: Synth Pop
Intérprete: The Communards
País: Reino Unido
Año: 2012
De oídas:
Soy de segundas
oportunidades. Es más, incluso alguna vez lo he sido de terceras (y no creas que lo reconozco
con la boca pequeña). No es que yo sea masoquista, en realidad se trata solo de una cuestión de perspectiva
vital. A veces simplemente no es el momento de leer un libro, de escuchar una
canción, ver una película, visitar un lugar o compartir parte de tu vida con
una persona. Dado que el tiempo suele ponerlo todo en su lugar, por muy revuelto que parezca a simple vista, el cerrarte a cal y
canto a aquello que reverbera en el exterior te hará perder una ocasión de oro que, de seguro, aprovechará otro.
Afortunadamente soy de segundas oportunidades porque hoy, treinta años después, gracias a este recopilatorio comprado a precio de saldo en , The Communards suenan en mi coche casi a diario. Y disfruto como lo hacía entonces pero en compañía de mi hijo quien, al principio, me miraba con cara rara y se partía de risa cuando me escuchaba cantar a pleno pulmón desafinando como una loca o cuando reproducía en los semáforo en rojo esas míticas coreografías de los ochenta, pero que ha terminado entonando la mayoría de las canciones conmigo como si la vida le fuera en ello, incluso lo escucho tararear "You Are My World" cuando está distraído en su mundo (valga la redundancia) y su sonrisa delata gran parte de sus pensamientos.
Igual te preguntas por qué de entre tooooodas las canciones de esta maravillosa colección he elegido esta en concreto. Lo cierto es que no me ha resultado nada fácil, pero nada de nada. "So Cold The Night" es la que me trae más gratos recuerdos del pasado (si picas AQUÍ podrás escucharla). El vídeo oficial de "Disenchanted" me fascina de principio a fin por la icónica representación de Richard Coles y por lo mucho que me recuerda a los míticos clips de los Bronski Beat (te invito a verlo AQUÍ). Y "Reprise", (¡uf!) me entristece tanto "Reprise"... Incluso cuando no conocía su letra, incluso cuando no sabía traducirla, se me anudaba a la garganta con tanta fuerza que casi me impedía respirar. ¿Sabes?, no soy de piedra. "Life goes down, down, down, down". Escúchala si tienes un rato, a solas, aunque no conozcas la letra, aunque no sepas traducirla, aunque se te anude a la garganta con tanta fuerza que casi te impida respirar. Me alegrará imaginar que tampoco tú eres de piedra. "Life goes down, down, down, down". Escúchala.
Entonces, ¿por qué "You Are My World"? Porque es la canción favorita de mi hijo y ese detalle casi me vale más que todo lo demás. No obstante, es justo reconocer que desde el inicio del vídeo se aprecia la innegable maestría al piano de un jovencísimo Coles que más que tocar las teclas les hace un previo sexual de lo más sugerente. Y la voz de Jimmy Somerville es especialmente imposible en la parte final con todo el valor musical añadido que supone el compararlo con lo que se hacía en aquella década. Esta canción es reflejo de los años dorados de la música, de las tendencias que llegaban, de las que se iban, de las modas pasajeras, de los usos y costumbres ochenteros, de la cultura como medio reivindicativo de una sociedad en ebullición. Te puede gustar más o menos, pero no me negarás que esa sonrisa tuya delata que tu cuerpo se ha dejado llevar por su ritmo con un movimiento suave y constante con olor a otros tiempos. ¿Para qué quieres más hoy? ¡Disfrútalo!
A cappella:
Andaba yo por aquí divagando sobre lo
asombroso que resulta el subconsciente. Igual te instala en el cerebro una antigua canción sin título ni autor que no puedes dejar de tararear, que te evoca imágenes del pasado que
creías olvidadas o te recuerda que hoy, precisamente hoy, hace diez años que
alguien a quien apreciabas mucho se cruzó en tu camino. ¡Qué cosas!
Siempre he sido de las que piensan que, por mucho que recortes los cantos de
una pieza de puzle para que encaje en el lugar de otra que has perdido, si esa
pieza no es la original el puzle jamás lucirá como en la imagen de la caja, por
tanto todo esfuerzo que realices será en vano. No nos engañemos, las segundas
oportunidades siempre son más fáciles cuando se trata de un libro o de un lugar
que de una persona, ¿verdad? Porque hay
relaciones que sin remedio se van diluyendo en el agua hasta que, por sí solas,
terminan por desaparecer, personas que solo están de paso en un momento muy
concreto de nuestras vidas a las que no hay que aferrarse por el bien común. Y
es que las relaciones “tipo muelle”, ese tipo de relaciones que con la misma
facilidad se juntan los extremos que se alejan hasta casi ni verse, esas
relaciones siempre acaban mal por infinitas oportunidades que se les den (convénceme, por favor, de lo contrario si te crees capaz).
Ayer, durante la cena, hablábamos de dos conocidas que eran
inseparables y hoy ni se tienen en la cuenta de Facebook. Y no es
raro, no, en esta época de idas y venidas cuesta que alguien deje tanta huella
en uno como para concederle un número infinito de oportunidades. Sí, tienes
razón, a veces uno siente la necesidad de preguntar cómo trata al otro la vida después de
tanto tiempo, o incluso, cuando te enteras por casualidad de la enfermedad de
un familiar, quisieras marcar su número (eso, si no eres como yo y con suerte
aún lo conservas) solo para asegurarte de que su voz sigue entera. No sé, a
veces quisieras contarle que reconociste a alguien en un programa de
televisión y que no pudiste evitar reírte cuando resbaló por los escalones de
camino al baño, o tal vez que gracias a su voluntario y prolongado silencio has conseguido dejar de echarle de menos (¿o no?). Por lo general, todo es más sencillo de lo que nuestra cabeza nos hace
creer, pero el ser humano gusta de ser laberíntico en las relaciones con sus
semejantes. ¡Qué le vamos a hacer, nadie es perfecto!
No hay duda de que las segundas oportunidades no siempre se
presentan en el mejor momento, pero no por ello hay que
cerrar la puerta a cal y canto para que ni siquiera entre la luz del exterior como si fuésemos vampiros.
Recuerda, por tu bien, que existe la posibilidad de que un día te quedes sin
velas. ¿Vivirás entonces a oscuras?