martes, 21 de enero de 2014

"Nuda Veritas", una ilustración de Gustav Klimt (1898)


Ficha técnica:




Título original: Nuda Veritas

Estilo: Ilustración en blanco y negro

Autor: Gustav Klimt 

Corriente: Simbolismo

País: Austria

Año: 1898







Riqueza de texturas:

No sé mucho de arte pictórico. Mis inquietudes artísticas siempre han tenido inclinaciones más literarias que plásticas, de ahí mi falta de juicio. En realidad, mis conocimientos al respecto se limitan a saber qué me gusta y qué no, aunque en ocasiones ni eso. Gustarme, me gustan muchos, los que además me llegan a emocionar son menos, muchos menos. Por ejemplo, la linealidad de Mondrian me gusta, pero no me emociona, mientras que las pinceladas de Monet me emocionan (porque me recuerdan a mi abuelo materno, profesor de bellas artes), pero no me gustan. Sé que el mío no es un criterio académico, lo admito, pero tampoco creo que a nadie le importe.

Gustav Klimt no es mi fuerte. Tanta ornamentación y tanto pan de oro me hacen daño a la vista. Intuyo que el simbolismo de principios del siglo XX se manifestó de manera un tanto diferente en literatura que en pintura. No hallo demasiada correspondencia entre la densa oscuridad de Las flores del mal de Baudelaire (inicio literario del movimiento) y la luminosidad colorista de Klimt, al menos no en sentido estricto, igual comparten percepciones sexuales que se escapan a mi entendimiento, a saber. En cualquier caso, las genialidades que, de manos de unos pocos privilegiados, pasan a ser de uso y disfrute del público general pierden para mí su encanto primigenio. Eso me pasa con la mayoría de obras del austríaco: vista una, vistas todas. Sin embargo, aún se conserva un reducto de sencillez simbólica en estado puro en una de sus composiciones, una ilustración en blanco y negro que me entusiasma publicada en la revista "Ver Sacrum" del grupo artístico de secesionistas al que pertenecía: Nuda Veritas, la verdad desnuda.


Este dibujo simboliza la “verdad” encarnada en una impúber desnuda que sujeta en su mano derecha un espejo cuyo reflejo permanece oculto a nuestra vista. Sus pies reposan sobre un pedestal donde aparece el título de la obra y la firma del pintor, mientras que sobre su cabeza se expone una leyenda del escritor alemán Schefer que reza así: “La verdad es fuego y decir la verdad significa brillar y arder”. No creo que muchos de los que tienen colgado en su casa El beso llegaran a atribuir este dibujo a Gustav Klimt, no tanto por desconocimiento como por la falta de representación de sus rasgos más característicos. 


De hecho, el autor recreó su propia obra solo un año más tarde en un lienzo que convierte a la virginal “verdad” en una femme fatal de rizos alborotados que, a mi parecer, roza la vulgaridad. En este caso, con el espejo girado hacia nosotros sin reflejo alguno, ni la "verdad" rezuma pureza ni la sentencia del escritor alemán Schiller que se lee sobre su cabeza es tan inocente: "Si no puedes agradar a todos con tus méritos y con tu arte, agrada a unos pocos. Agradar a muchos es malo". Paradojas de la vida: Precisamente ese recargado estilo que predomina en la mayoría de sus obras es el responsable de que Gustav Klimt se exhiba sobre los cabeceros de innumerables e insulsas camas de recién casados. Totalmente cierto, Herr Schiller, agradar a muchos es malo.



Sensación visual:

Me gustan los conceptos abstractos capaces de dominar las pasiones más mundanas. Me gusta la "verdad" por resultar imprescindible para el buen marchar de las relaciones humanas. La mentira es una forma taimada y cobarde de tomar al contrario por tonto: Nadie miente para ocultar una conducta adecuada, cuando se falta a la verdad se es del todo consciente de lo reprobable de la acción ejecutada. Sin embargo, las personas mienten a diario como parte de la rutina vital. Mienten y se mienten sin ningún tipo de pudor. Por hábito, por inercia, por costumbre, hasta por convicción. Hay gente tan acostumbrada a mentir que a base de repetir sus propias mentiras se las llegan a creer. Pobres.
Adoro la "verdad" porque no necesita de complemento alguno para lucir bella. Ningún accesorio, ningún detalle superfluo debería enturbiar su natural belleza. La "verdad", al igual que las mujeres, solo con la cara recién lavada es capaz de mostrar su esencia. Lástima que proliferen los que la prefieran bajo una capa artificial de maquillaje aunque, ya se sabe, sobre gustos...


lunes, 20 de enero de 2014

"Blue Monday": La psicología social convertida en un producto de marketing


Me rindo. He sucumbido en las fauces de un burdo producto de marketing cuyo mayor propósito era el hacer caja. Lo reconozco, me ha resultado del todo imposible otorgar algo de color a este día de tonalidades emocionalmente grises y, lo cierto, es que he sobrevivido a duras penas. He caído en un pantanal de arenas movedizas que no solo me ha impedido caminar hacia adelante, además me ha ido poco a poco hundiendo la moral hasta transformarme en una caricatura bidimensional de una mujer “diez÷dos”... un par de horas más y suspendo. A ver, déjame pensar... no, no recuerdo un día tan desastroso como este en años, tan horrible, tan lamentable, tan... tan indescriptible. Intentaré hacer caso a los ancestros y sacar algo bueno de lo malo (imagina justo en este momento un efectista redoble de tambores): ¿A que voy a tener que tomarme un "descanso social"?


Durante el día de hoy he tenido muy presente en mi pensamiento a Cliff Arnall y a gran parte de su familia. No es que yo le tenga un cariño especial al profesor de la Cardiff University, de hecho más bien es lo contrario, por eso me he acordado de él. Este al parecer “coach de las estrellas”, no sé movido por qué banal intención financiada por una oportunista agencia de viajes, dio a conocer al mundo en 2005 la supuesta fórmula magistral de la infelicidad. A saber:  


Ni se te ocurra perder un solo segundo de tu precioso tiempo intentando entender de qué manga se sacó este señor que el tercer lunes de enero, o sea hoy, debe ser considerado el día “más deprimente del año”, sobre todo porque él mismo llegó a admitir más tarde que su fórmula no tenía sentido (¿en serio?, venga ya, ¡no me había dado cuenta!) y que solo se trataba de una campaña publicitaria británica capitaneada por la compañía Sky TravelConfesado lo cual, se quedó tan campante tras asegurar que los propósitos incumplidos, el clima invernal de nuestro hemisferio, la cuesta de enero, las horas de luz, los días transcurridos desde las vacaciones y lo que denominó “necesidad de reaccionar” son los responsables de cubrir de desdicha un lunes corriente. ¿Lunes?, ¿por qué no jueves?, ¡a mí me gustan los lunes! 

Hace siglos que el nuevo año no me motiva nuevos propósitos. Intento regir mi vida sin demasiados convencionalismos así que, si sé que debo hacer algo, no espero a oír las doce campanadas para llevarlo a cabo, mucho menos si además me apetece. Dejar de fumar, ir al gimnasio, aprender idiomas, adelgazar… en fin. Flaco favor hizo la red difundiendo tamaña gilipollez a diestro y siniestro: El “Blue Monday” (“lunes triste” en nuestra lengua patria) es uno de los conceptos más viralizados en Twitter hasta la fecha. ¡Lo que hay que oír!

La publicidad nos hace creer que el 2014 será un año “espectacularmente bueno”, pero lo cierto es que nada cambiará. Han convertido nuestras vidas en un producto de marketing. Nos manejan a su antojo y nosotros, sin querer evitarlo, nos dejamos manejar. Vivimos en un mundo tan extraño que proliferan las vidas ficticias de gente pobre de espíritu que intenta aparentar ser quien no es y de seguro, de seguir esos derroteros, nunca llegará a ser. Así nos va. Todos nos sentimos víctimas. Amenazamos con borrar de nuestro Facebook a quien no vote a nuestro hijo en el casting multitudinario al que como bobos lo hemos apuntado. Hundimos en la miseria a nuestra expareja por el simple hecho de haberse convertido en eso, en ex. Criticamos, vejamos con nuestras palabras a los demás porque nos creemos con el derecho de ser jueces y verdugos de las vidas ajenas sin preguntarnos el motivo real que impulsa a los demás a actuar de una manera concreta. Si todos somos buenísimos, ¿dónde están los malos? La gente exige con mucha facilidad, se siente con el derecho de reclamar una parte de territorio que posiblemente no le corresponde, se acomoda a que le den, como si los demás fuéramos sus sirvientes. "¿Blue Monday?", "Bleu Monde" más bien.

Pues, contra todo pronóstico, hoy me he visto afectada por ese extraño virus azul. Me he mirado al espejo y... ¡esta cara no la arregla ni DIOR! Es lamentable ser observadora pasiva del martirio al que me someto cada día a mí misma desde que me levanto hasta que me acuesto. He apartado la vista de mi reflejo y me he preguntado si la vida es algo más que esto, pero no he hallado respuesta. Necesito un descanso, de veras, un descanso social sin correos, sin teléfono, sin whatsApp. Yo también tengo altibajos, ¡solo soy piel, carne y huesos! Terrible, un día terrible, tanto que estaba convencida de que nada ni nadie sería capaz de devolverme la sonrisa cuando, de repente, aparece mi hijo con la oveja que utiliza de guarda-pijama colocada en la cabeza a modo de sombrero, ejecutando un extraño baile y cantando "me da igual, nananá, me da igual". Entonces, como si hoy hubiera dejado de ser lunes, todo lo que sentía vacío por dentro se ha llenado de risas. Queridísimo profesor Arnall, qué fácil es inventar conceptos absurdos y difundirlos por la red, ¿verdad? Pues esta que escribe no esperará al tercer viernes de junio para disfrutar de su particular "Happiest Day" por mucho que su "fórmula de la felicidad" así lo sugiera. 



P.S. Por lo general no medimos el impacto de nuestras palabras una vez que las expulsamos por la boca. No se trata de una cuestión de mejor o peor intención, es simple costumbre. El ser humano no es consciente de que una sola palabra puede ser más devastadora que el peor de los tsunamis o incluso más sanadora que el mejor de los tratamientos médicos. Como he referido antes, no soy amiga de los propósitos para el nuevo año, suelen desvanecerse tan rápido como el humo de un cigarrillo que, sin remedio, se convierte en ceniza. Pero posiblemente tú sí que lo seas, así que toma nota: Cuida tus palabras porque tienen el poder de curar, pero también el de herir.  

jueves, 9 de enero de 2014

“KAFKA”, una novela gráfica de Robert Crumb (2010)



Ficha Técnica:




Título original: Introducing Kafka

Autores: Robert Crumb (ilustraciones) y D. Z. Mairowitz (texto)


Género: Novela gráfica y/o biografía ilustrada


Páginas: 177 en blanco y negro


País: Estados Unidos (1993)


Editorial: La cúpula (2010, reeditado en 2013)









Argumento:

Novela gráfica centrada en los aspectos más relevantes de la vida de Franz Kafka y de sus principales escritos (El proceso, El castillo, La condenaLa madrigueraUn artista del hambreLa metamorfosis y La colonia penitenciaria entre otros).





En la teoría:

Realizar una entrada sobre Kafka es una de las tareas más difíciles que se me pueden encomendar. He leído su obra completa en varias ocasiones a lo largo de mi vida a excepción de la Carta al padre. No me atrevo, no puedo enfrentarme a un escrito tan personal y sincero, siento que me inmiscuyo en su vida sin haber sido invitada. Con todo lo demás actúo como una eterna enamorada que pasa su vida esperando un único encuentro. Mi corazón se dispara cada vez que mis dedos pasan alguna de sus páginas con la delicadeza propia de quien desabrocha el botón de una camisa en un cuerpo que no es el suyo (parpadeo teatralmente y suspiro).

La documentación que existe sobre su figura y sus escritos es tan infinita como las páginas que de él perecieron víctimas de un destino incierto. El único aspecto en el que la crítica suele coincidir es en que su talento creativo, más que una bendición, le supuso un auténtico calvario. Pese a su altura física (casi un metro noventa), siempre se sintió diminuto por dentro al punto de convertir su deseo por desaparecer en una constante literaria. Escribía siempre que podía, robándole horas al sueño, sin mayor pretensión que el poder desahogar su martirizado espíritu, sin tomar consciencia de que el resultado de ello han sido las mejores líneas que ha parido el existencialismo del siglo XX. Muchos le siguieron (Albert Camus, Sartre, Jorge Luis Borges), pero pocos le dieron alcance (aunque se quedaron realmente cerca).


En KAFKA lo personal se mezcla con maestría con la creación literaria conformando una sucesión de imágenes de esas que valen por mil palabras. El texto que se incluye (a cargo de D. Z. Mairowitz) es accesorio, el yogur de limón que siempre se cuela en los pack de ocho, el que nadie quiere pero con el que mejor salen los bizcochos. A un profano en la vida y milagros del escritor checo en lengua alemana le puede ser de utilidad, aunque teclear en un buscador "kafka" (así, tal cual) produzca el mismo efecto. Los temas recurrentes en sus escritos aparecen reflejados en la novela de referencia con innumerables matices en blanco y negro: La alienación del individuo en sociedad, el maltrato psicológico, los conflictos generacionales y afectivos entre padres e hijos, las vicisitudes burocráticas, las leyes injustas, el poder en manos de unos pocos. La valentía tan retorcida con la que era capaz de expresar el inconformismo social en el que se veía atrapado es única pero, lejos de extrapolarla al plano familiar, sucumbió inseguro al talante severo y autoritario de su propio padre. Robert Crumb, icono del comic underground estadounidense, es el artífice de que este truco de magia nos deje con la boca abierta.
 

Miles, millones de entradas se agolpan en Internet sobre Franz "Amschel" Kafka aunque, con sinceridad, leer una de ellas es leerlas todas. La mejor manera de conocerlo es sumergirse en su obra de cabeza... nunca mejor dicho. Dejarse envolver por ella con la delicadeza con la que se desenreda un cabello enmarañado (créeme, sé de eso, de Kafka y del pelo enmarañado). Ya te habrás percatado de que mis palabras no están fundamentadas en ningún estudio crítico, ni siquiera en un apresurado vistazo a la red, estas líneas nacen de la profunda admiración que siento por él, irracional, pasional, casi dañina. El amor que se profesa por un viejo amante al que ya no te une nada físico, el silencio opresivo al que una aventura extramatrimonial obliga. "¡Hola, me llamo Silvia y leo a Kafka!". Una condena injusta, un secreto llevado a la tumba. Pura devoción.
 


El proceso, El castillo, La condenaLa madriguera, Un artista del hambre, La metamorfosis o La colonia penitenciaria son algunas de las obras que aparecen retratadas al detalle en la edición presentada en 2010 por "La cúpula" (www.lacupula.com), reeditada en rústica en 2013. Felice, Grete, Milena y Dora. Elli, Valli y Ottla. Herman y Julie. El "Golem". Sinagogas viejas y nuevas. Judaísmo, lengua yídish. Represión, el gueto, el caso Hilsner. El sexo entendido como un castigo mezquino al que el cuerpo corrupto somete al espíritu más puro. Relaciones familiares viciadas, relaciones amorosas no llevadas a término. Infinita correspondencia de la que no siempre obtuvo la respuesta deseada. Nacionalistas checos, antisemitismo, el preludio de una guerra devastadora. El mayor representante del existencialismo europeo o un simple producto de marketing. Ciento setenta y siete páginas repletas de extraordinarias imágenes sobre uno de los mejores autores de la literatura universal de todos los tiempos. ¿Qué más se puede pedir?
 


En la práctica:

A veces las cosas simplemente suceden, sin mayor misterio, sin aparente explicación, sin que los astros se tengan que alinear en una conjunción mágica tras siglos de espera. Una buena mañana, cansado de que el tiempo pase en silencio, decides arrojar la toalla, o dejarla caer con cierto disimulo para que nadie se percate del gesto, o tal vez hacer como que la has olvidado en algún sitio poco transitado para que alguien con más predisposición que tú pueda sacarle algo de partido. Cabizbajo, liberado a la par que frustrado, regresas por dónde has venido tarareando el martinete de tus propios pasos. Entonces una mano invisible te palmea la espalda desde lejos, desde muy lejos, y desde esa misma ficticia distancia te sisea desde atrás con el infinito entusiasmo de un niño que llama a un gato esquivo que, frustrado a la par que liberado, maúlla a la sombra de sus propios pasos de regreso hacia algún lugar. Echas la vista atrás por encima del hombro, algo incrédulo porque, siendo sincero, pensabas que nadie compartía tu gusto por ese tipo de lugares y, sin embargo, alguien te sonríe desde lejos, desde muy lejos, agitando algo en la mano. No te resistes y, tras devolverle la sonrisa un tanto tímido, permites que te recuerde que hasta la toalla más mugrienta sirve para hacer trapos. No lo olvides.