jueves, 9 de enero de 2014

“KAFKA”, una novela gráfica de Robert Crumb (2010)



Ficha Técnica:




Título original: Introducing Kafka

Autores: Robert Crumb (ilustraciones) y D. Z. Mairowitz (texto)


Género: Novela gráfica y/o biografía ilustrada


Páginas: 177 en blanco y negro


País: Estados Unidos (1993)


Editorial: La cúpula (2010, reeditado en 2013)









Argumento:

Novela gráfica centrada en los aspectos más relevantes de la vida de Franz Kafka y de sus principales escritos (El proceso, El castillo, La condenaLa madrigueraUn artista del hambreLa metamorfosis y La colonia penitenciaria entre otros).





En la teoría:

Realizar una entrada sobre Kafka es una de las tareas más difíciles que se me pueden encomendar. He leído su obra completa en varias ocasiones a lo largo de mi vida a excepción de la Carta al padre. No me atrevo, no puedo enfrentarme a un escrito tan personal y sincero, siento que me inmiscuyo en su vida sin haber sido invitada. Con todo lo demás actúo como una eterna enamorada que pasa su vida esperando un único encuentro. Mi corazón se dispara cada vez que mis dedos pasan alguna de sus páginas con la delicadeza propia de quien desabrocha el botón de una camisa en un cuerpo que no es el suyo (parpadeo teatralmente y suspiro).

La documentación que existe sobre su figura y sus escritos es tan infinita como las páginas que de él perecieron víctimas de un destino incierto. El único aspecto en el que la crítica suele coincidir es en que su talento creativo, más que una bendición, le supuso un auténtico calvario. Pese a su altura física (casi un metro noventa), siempre se sintió diminuto por dentro al punto de convertir su deseo por desaparecer en una constante literaria. Escribía siempre que podía, robándole horas al sueño, sin mayor pretensión que el poder desahogar su martirizado espíritu, sin tomar consciencia de que el resultado de ello han sido las mejores líneas que ha parido el existencialismo del siglo XX. Muchos le siguieron (Albert Camus, Sartre, Jorge Luis Borges), pero pocos le dieron alcance (aunque se quedaron realmente cerca).


En KAFKA lo personal se mezcla con maestría con la creación literaria conformando una sucesión de imágenes de esas que valen por mil palabras. El texto que se incluye (a cargo de D. Z. Mairowitz) es accesorio, el yogur de limón que siempre se cuela en los pack de ocho, el que nadie quiere pero con el que mejor salen los bizcochos. A un profano en la vida y milagros del escritor checo en lengua alemana le puede ser de utilidad, aunque teclear en un buscador "kafka" (así, tal cual) produzca el mismo efecto. Los temas recurrentes en sus escritos aparecen reflejados en la novela de referencia con innumerables matices en blanco y negro: La alienación del individuo en sociedad, el maltrato psicológico, los conflictos generacionales y afectivos entre padres e hijos, las vicisitudes burocráticas, las leyes injustas, el poder en manos de unos pocos. La valentía tan retorcida con la que era capaz de expresar el inconformismo social en el que se veía atrapado es única pero, lejos de extrapolarla al plano familiar, sucumbió inseguro al talante severo y autoritario de su propio padre. Robert Crumb, icono del comic underground estadounidense, es el artífice de que este truco de magia nos deje con la boca abierta.
 

Miles, millones de entradas se agolpan en Internet sobre Franz "Amschel" Kafka aunque, con sinceridad, leer una de ellas es leerlas todas. La mejor manera de conocerlo es sumergirse en su obra de cabeza... nunca mejor dicho. Dejarse envolver por ella con la delicadeza con la que se desenreda un cabello enmarañado (créeme, sé de eso, de Kafka y del pelo enmarañado). Ya te habrás percatado de que mis palabras no están fundamentadas en ningún estudio crítico, ni siquiera en un apresurado vistazo a la red, estas líneas nacen de la profunda admiración que siento por él, irracional, pasional, casi dañina. El amor que se profesa por un viejo amante al que ya no te une nada físico, el silencio opresivo al que una aventura extramatrimonial obliga. "¡Hola, me llamo Silvia y leo a Kafka!". Una condena injusta, un secreto llevado a la tumba. Pura devoción.
 


El proceso, El castillo, La condenaLa madriguera, Un artista del hambre, La metamorfosis o La colonia penitenciaria son algunas de las obras que aparecen retratadas al detalle en la edición presentada en 2010 por "La cúpula" (www.lacupula.com), reeditada en rústica en 2013. Felice, Grete, Milena y Dora. Elli, Valli y Ottla. Herman y Julie. El "Golem". Sinagogas viejas y nuevas. Judaísmo, lengua yídish. Represión, el gueto, el caso Hilsner. El sexo entendido como un castigo mezquino al que el cuerpo corrupto somete al espíritu más puro. Relaciones familiares viciadas, relaciones amorosas no llevadas a término. Infinita correspondencia de la que no siempre obtuvo la respuesta deseada. Nacionalistas checos, antisemitismo, el preludio de una guerra devastadora. El mayor representante del existencialismo europeo o un simple producto de marketing. Ciento setenta y siete páginas repletas de extraordinarias imágenes sobre uno de los mejores autores de la literatura universal de todos los tiempos. ¿Qué más se puede pedir?
 


En la práctica:

A veces las cosas simplemente suceden, sin mayor misterio, sin aparente explicación, sin que los astros se tengan que alinear en una conjunción mágica tras siglos de espera. Una buena mañana, cansado de que el tiempo pase en silencio, decides arrojar la toalla, o dejarla caer con cierto disimulo para que nadie se percate del gesto, o tal vez hacer como que la has olvidado en algún sitio poco transitado para que alguien con más predisposición que tú pueda sacarle algo de partido. Cabizbajo, liberado a la par que frustrado, regresas por dónde has venido tarareando el martinete de tus propios pasos. Entonces una mano invisible te palmea la espalda desde lejos, desde muy lejos, y desde esa misma ficticia distancia te sisea desde atrás con el infinito entusiasmo de un niño que llama a un gato esquivo que, frustrado a la par que liberado, maúlla a la sombra de sus propios pasos de regreso hacia algún lugar. Echas la vista atrás por encima del hombro, algo incrédulo porque, siendo sincero, pensabas que nadie compartía tu gusto por ese tipo de lugares y, sin embargo, alguien te sonríe desde lejos, desde muy lejos, agitando algo en la mano. No te resistes y, tras devolverle la sonrisa un tanto tímido, permites que te recuerde que hasta la toalla más mugrienta sirve para hacer trapos. No lo olvides.
 

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