Ficha Técnica:
Título original: Solas
Guion: Benito Zambrano
Guion: Benito Zambrano
Género: Drama
Duración: 98 minutos
Duración: 98 minutos
País: España
Sinopsis:
Rosa, una madre de familia
maltratada física y mentalmente por su déspota marido, se reencuentra con su
hija María, desencantada de la vida y de los hombres, mientras el cabeza de
familia permanece convaleciente en el hospital. Ambas mujeres sufren en solitario
las desavenencias de un duro pasado y de un presente incierto. La madre vive
anclada a la sombra de la tradición más machista y pueblerina,
mientras la hija malvive con esporádicos trabajos temporales. El único consuelo
de Rosa es sentirse útil, el de María la bebida. Sin embargo, un solitario
vecino venido de tierras asturianas se cruza por casualidad en sus
vidas avivando la esperanza de un futuro mejor.
Primer plano:
Hace unos días un buen amigo me preguntaba por qué no aprovecho
este espacio virtual para comentar películas que se proyectan actualmente en
los cines. Auguraba con su mejor intención que de esta manera tendría más
visitas y, de seguro, seguidores. Quizás tenga razón, ni siquiera lo pongo
en duda, pero yo soy de los que prefieren calidad a cantidad. Mi
justificación al por qué tiro de videoteca es bien sencilla. Las películas en cartel están
sujetas a numerosos factores: Al estado anímico, a la compañía, a la hora
del día o al día de la semana, a miles de pequeñas
circunstancias que, en definitiva, distorsionan hasta el
buen criterio del mismísimo Mr. White. Hacer una crítica en tiempo real es
algo similar a cuando estás de vacaciones, entras en la catedral
de una ciudad que no es la tuya y disparas la cámara mil veces, como
poseído por San Pedro, con la sola intención de no perder un detalle
de tan magnífica construcción. A continuación, en la misma ciudad, con un
viento de mil demonios echándote en cara no sé qué cosas, pasas por delante de
una pequeña fuente a la que no le queda más remedio que salpicarte enfadada
porque ni siquiera te has molestado en tirarle una foto con el móvil. Con
el paso de los días, ya en casa, te encoges de hombros ante mil fotos
de una catedral que apenas te dicen nada y que, por supuesto, no han sido
capaces de reflejar la emoción del momento, mientras te lamentas no haber
dedicado un minuto a aquella pequeña fuente de los deseos. A eso mismo me
refiero (lo siento, hoy no sé hacerlo mejor).
No puedo precisar cuántas veces he visto la película Solas. A distintas edades, en
distintos momentos de mi vida, en distintas circunstancias y compañía, pero sin
duda alguna la vez de hoy ha resultado ser la más peculiar de todas porque
la he visto con mi hijo de treinta y dos meses y su repertorio musical al
completo empezando por “tengo una muñeca vestida de azul” y terminando por
“woozy, woozy, wua wua”. Sí, créeme, eso es amor.
En mi modesta opinión, no se ha dicho lo suficiente sobre la opera prima española del director andaluz Benito
Zambrano (lo cierto es
que nunca se dice lo suficiente de ningún andaluz que se precie). Digamos
que los críticos españoles suelen ser más afines a los beneficios de la
taquilla que al verdadero talento, por eso no soy amiga de sus páginas,
porque valoran más para sus reseñas el dinero recaudado por una película que
las emociones que genera en el público. Con once nominaciones y cinco
premios Goya, incluyendo mejor dirección novel y guion
original, y el Premio del Público del Festival de
Berlín, Solas es el ejemplo
perfecto de que, con poco presupuesto y mucho ingenio creativo, el buen
cine en nuestro país también es posible.
La historia en sí es un drama sobre la soledad, la falta de
recursos, los sueños ahogados en alcohol, el peso del pasado y la nula
esperanza en el futuro. Es un desolador drama sobre la Andalucía profunda, la
del respeto por encima del cariño, la de las tradiciones caducas, la de la
falta de cultura, de la educación enraizada en costumbres machistas, la estancada
en los tópicos. Por fortuna no todos los andaluces encajamos en ese perfil, es
más, pese a quien pese, Andalucía es la Comunidad Autónoma que ha dado más
nombres a las letras universales de toda la nación. Toma nota: Séneca y Lucano,
Lucio Junio Moderato “Columela”, San Isidoro de Sevilla, Juan de Mena, Góngora,
José Cadalso, Martínez de la Rosa, Frasquita Larrea, Duque de Rivas
y Antonio García Gutiérrez, Bécquer, Fernández Shaw, Ángel Ganivet, José
María Blanco White, Pedro Muñoz Seca, García Lorca, Juan Ramón Jiménez,
los hermanos Machado, Luis Cernuda, María Zambrano, José María Pemán, Rafael
Alberti, Antonio Gala, Muñoz Molina y Elvira Lindo, Ana Rossetti y mil más. No
debemos de ser tan de charanga y pandereta como algunos medios se empeñan en mostrar,
¿no te parece? Al respecto, a la insulsa señorita Anna Simón le vendría bien
informarse un poco antes de hacer burla de mi tierra, igual si miramos
hacia la suya... En fin, es cierto que siempre habla quien más tiene
que callar. En cualquier caso, ningún listado de autoridades oculta
una realidad que arrastramos a modo de cruz, aunque... tiempo al tiempo.
Plano subjetivo:
Uno de septiembre, un día de tránsito entre las idas y venidas del
disoluto agosto y la vuelta a la cotidianidad más anodina. Con septiembre
llega el obligado brete de encorsetar de nuevo mis días con la
habilidad de la grandiosa Hattie McDaniel en Lo que le viento se
llevó. Ante el portátil, minutos antes de ir a la cama (lo que
necesariamente con mi hijo no siempre implica dormir), barrunto la
posibilidad de dar un giro a la rutina aun con las inseguridades de una
principiante bailarina consciente de su escasa flexibilidad.
Septiembre irrumpe en un calendario al que, como la margarita de
un curioso enamorado, le quedan pocas páginas por deshojar. Septiembre arrolla
con su presencia los largos días de verano, los que parecen no tener fin, los
ociosos, inundándolo todo a su paso con fascículos coleccionables de tazas de
porcelana en miniatura. Antes de ir a la cama, abro el armario, echo un vistazo
rápido y localizo un hasta ahora inexistente tutú. Es el momento de girar,
girar, girar...
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