domingo, 13 de octubre de 2013

“Mad World”: De Tears for Fears a Gary Jules


Ficha Técnica:



Single: "mad world"

LP: The Hurting

Género: New Wave

Intérprete: Tears For Fears

País: Reino Unido

Año: 1982





De oídas:

Si ahora mismo, sin apenas tiempo para pensar, te hiciera cerrar los ojos y pedir un único deseo, ¿quién sería el beneficiario?, ¿tú?, ¿tal vez un familiar?, ¿alguien del barrio?, ¿la humanidad en masa? No, no es necesario que me respondas, en realidad eres tú quien, antes de seguir leyendo, deberías pararte unos minutos a reflexionar sobre hacia dónde se encaminan tus propios anhelos, tus inquietudes y hasta tus desvaríos porque, queridísimo lector (que yo sepa el género masculino continua siendo la forma inclusiva desde el punto de vista gramatical), tu respuesta lleva implícito en lo que te has convertido con el paso de los años: En un egoísta, en un protector, un hipócrita o un idealista. Escuece, ¿verdad?

Pocas teorías vitales son tan certeras como la de la imperfección y la irregularidad. ¿Cuál es esa teoría?, acomódate mientras hago crujir mis dedos e intento explicarme. Verás, hay ocasiones en las que me mimetizo con el entorno hasta casi hacerme invisible. Reproduzco como en un espejo sus gestos, remedo sus palabras, imito sus modos, en definitiva, me convierto en quien no soy solo por sentir el placer de dejar de existir por un rato. Entonces la gente se confía, se comporta al natural y, desde ese lugar que no me corresponde, me es fácil comprobar (con infinito desánimo) que, en esta sociedad de consumo materializada y deshumanizada, cada vez se exige más y con más soberbia a la vida, como si por el simple hecho de haber nacido en esta parte del planeta ya se tuvieran unos derechos especiales adquiridos. ¡Qué confundidos estamos! Suelo participar de ese tipo de conversaciones con cautela, la edad me aconseja callar cuando sospecho que los demás están ansiosos por contar sus rutinas a toda costa y pugnar por cuál de ellas es peor. Me callo, sí, porque de todos modos no se puede hacer entender a quienes gustan de exagerar sus miserias que con esa actitud no ganan nada. ¿Me sigues? Los ciudadanos de a pie tenemos existencias similares. Escalón arriba escalón abajo, todos nos movemos por los mismos lugares y, en definitiva, optamos a los dos mismos tipos de vida: la imperfecta o la irregular. A la primera modalidad pertenecen los que son difíciles de contentar, los que quieren lo que no les pertenece y no valoran lo que tienen, los que pierden el aliento quejándose por tal y por cual, los que, en definitiva, son desdichados por decisión propia. En la segunda se encuentran los que, teniendo o no, todos (o casi todos) los ingredientes para ser felices afrontan el día a día conscientes de que la vida es una cometa que sube y baja al antojo del viento por lo que, pase lo que pase, deben mantener bien sujeta su cuerda. Es cierto que en ocasiones soltamos tanto hilo que la perdemos de vista. Nos despistamos, nos confiamos, nos dejamos cegar por el sol o directamente pasamos de ella, pero, si hemos anudado su extremo a nuestra muñeca con cierta habilidad, en seguida sabremos que nuestra cometa sigue ahí, en algún lugar oculta tras las nubes. En la vida siempre hay nudos invisibles que ayudan a no perder el norte. Esos pequeños detalles son los que impulsan el vuelo en los momentos de apatía, de desidia o de desánimo. No deberías preocuparte tanto por la velocidad del viento si no por el lugar hacia donde se dirige tu cometa, créeme. 

Te voy a contar una historia, una maravillosa historia de un recuerdo, uno inexistente para una chica del montón que alguien generó para ella una vez, guardó a buen recaudo en el cajón de los calcetines y cada cierto tiempo lo saca para airearlo. Era sábado. Podría haber sido cualquier día, pero él insiste en que era sábado. Ella llevaba un pantalón negro corto, hablaba por teléfono en una cabina y solo se le veían las piernas. “¿Podrían ser las de cualquiera?” conjetura ella, pero no, el generador de recuerdos siempre le asegura que esas solo podían ser sus piernas. "Di mejor que me reconociste por los zapatos", piensa ella, "porque en aquella época yo solo tenía ese par", aunque no dice nada no sea que desaparezca la magia para no volver. Antes de terminar esa conversación de cabina tragadora de pesetas sus caminos se separaron en una ciudad demasiado pequeña, tanto como esas que lucen dentro de las bolas de cristal rellenas de agua y de nieve artificial que los niños agitan sin piedad ante sus aterrados padres. Sus voces no se encontraron aquella noche, al parecer no volvieron a coincidir en mucho tiempo, pero... no adelantemos acontecimientos. Ella se volatilizó al teléfono mientras él, de camino a casa en taxi (¿en taxi?, ¿a principios de los noventa?, ¡qué poderío!), escuchaba de fondo en la radio una canción de REM que todavía se empeña en identificar como "Everybody Hurts" (1992). El aire fresco en la cara y alguna copichuela de más le volvieron a evocar aquellas piernas sin tronco ni cabeza tras el cristal al tiempo que le sobrevenían infinitas arcadas de consuelo: "Aún no está todo perdido, nadie puede escapar de una bola de cristal"... a menos que se resbale de las manos de un travieso niño y se haga trizas contra el suelo (el chico generador de recuerdos olvidó barajar esa posibilidad).



Y de repente, veinte años después, un día cualquiera que de seguro no era sábado, él descubre en “Mad World” la voz de Gary Jules (2001) y, tan parecida como es a la de Michael Stipe (el solista de REM), se transporta por arte del birlibirloque a aquel silencioso sábado de los noventa. Respira hondo, oxigena sus pulmones, exhala el aire suficiente para resucitar cien cometas y termina por aceptar que nadie en su sano juicio se arrepiente de lo que no ha hecho porque jamás podrá medir sus consecuencias, ni las negativas ni las positivas. Entonces usa una de esas redes sociales que tan poco le gustan para pedirle a las piernas de antaño en un breve mensaje que escuche esa canción, que posiblemente no sea del estilo de ninguno de los dos, pero que la escuche. Y en un mensaje tan breve como el suyo, ella le responde (interpretando el papel de una diva hollywoodiense de la década de los cuarenta) que hará lo que pueda.




Que hará lo que pueda... Lo cierto es que le faltó tiempo para oírla y recordar que formaba parte de la B.S.O. de la película Donnie Darko (es uno de los dos covers de la canción original de los ochenta de Tears for Fears), que no pudo estrenarse en 2001 por los atentados de las Torres Gemelas y salió directamente a la venta en DVD (si la vas a ver, procura que no sea una tarde de domingo en familia, sé de lo que hablo). "Mad World" trata de la sinrazón de un mundo en el que solo la inocencia infantil permite ser feliz.




Claro, luego nos hacemos mayores y nuestra felicidad se pierde entre tantas preocupaciones absurdas y conflictos innecesarios. A lo que iba, como en realidad esas piernas pertenecen a una cabeza pensante amante del séptimo arte, su recién estrenada dentadura artificial no pudo más que sonreír al comprobar que, ese vídeo de Gary Jules colgado en YouTube que tanto llamó la atención del generador de recuerdos, fue dirigido en 2004, con motivo del relanzamiento de la citada película, por Michel Gondry, artífice de La espuma de los días. ¿Pura casualidad? 




A cappella:

Hay historias que no tienen eslabones perdidos, solo mal posicionados, por eso las piernas tras el cristal van a hacer como que han olvidado aquel breve mensaje y no le van a contar al generador de recuerdos lo que les ha parecido esta canción que, como aquella noche de sábado en el "Bianco", se ha transformado con el paso de los años en otra muy diferente. Sin embargo, cuando él entre en este blog desde el iPhone/iPad del trabajo movido por la curiosidad, sabrá que de los hilos de las cometas atados a las muñecas penden divertidos papelitos de colores que alegran el vuelo y que uno de ellos, posiblemente, aún conserve su nombre escrito.


No hay comentarios:

Publicar un comentario