viernes, 12 de julio de 2013

"La mecánica del corazón", una novela corta de Mathias Malzieu (2009)


Ficha Técnica:



Título original: La mécanique du coeur

Autor: Mathias Malzieu

Género: Novela corta

País: Francia

Editorial: Random House Mondadori





"Ya no es más una salsa picante nuestra historia, sino una sopa de erizos"



Argumento:

Jack, un niño debilucho y frágil atado a un reloj de cuco que hace las veces de corazón, conoce las inclemencias del amor de la mano de una pequeña cantante miope y testaruda cuyo recuerdo le llevará a cruzar parte de Europa en el ocaso del siglo XIX.



En la teoría:

La mecánica del corazón, del francés Mathias Malzieu, es una de esas maravillosas fábulas de niñas solitarias vestidas de prestado que esperan, recostadas en los brazos de su propia ensoñación, a que llegue pronto su príncipe transparente con los zapatos rotos de tanto caminar. Escrita al más puro estilo neogótico de las películas de Tim Burton, esta novela corta nos recuerda, con cierta ingenuidad pueril, que en el juego del amor más son los que pierden que los ganadores. Las palabras, con una delicadeza extrema, se hilvanan a modo de pequeñas cuentas de cristal de mil colores en una historia universal sobre anhelos y deseos, tiernos y pasionales, de quien ama más allá de lo humanamente comprensible. Suerte que en esto del amor, del amor verdadero que enreda y quema, los finales jamás están escritos. Y es que, sí o sí, nuestro simple corazón "como mucho es posible que resista la intensidad del placer, pero no es bastante sólido para aguantar los pesares del amor".

Si te soy sincera, estoy convencida de que quienes se aferran con uñas y dientes a una rutinaria realidad que no les complace lo hacen impulsados por un recelo innato a soñar despiertos. Tienen miedo, sí, miedo. Tanto miedo a que esos sueños infantiles de niño asceta y de princesita gafotas no se hagan realidad como a que, por causa de un destino insondable, se cumplan. "En una caza del tesoro, tan pronto como los resplandores de las monedas de oro empiezan a filtrarse por la cerradura del cofre, la emoción nos embarga y apenas osa uno abrir la tapa. Miedo a ganar".




En la práctica:

Aprecio, no sin cierta dosis de tristeza, que hay demasiada gente sola a mi alrededor. Gente a la que se le queda corto el sentirse acompañado porque, en realidad, merece estarlo. Algunas veces se trata de amigos, otras de familiares, compañeros de andadura o meros conocidos, eso es lo de menos. En la apenas perceptible inmensidad del mundo los observo discreta en la distancia ficticia que implica el no hablar del tema, porque sí, porque ellos lo quieren así, porque no me queda otra, aunque sea ese mismo mutismo obligado el que me empuje a experimentar un extraño desasosiego emocional. Somos algo más de siete mil millones de habitantes, ¿cómo es posible entonces que el sustantivo "soledad" conserve su significado originario? El continuo “tic-tacteo” de mi cabeza sabe la respuesta pero no entiende de gramática.

Estoy segura de que en más de una ocasión (y de dos si me apuras) has tenido la misma apreciación que esta que escribe aunque, a fuerza de colocarte una tras otra mil corazas de algodón, hoy vives acostumbrado a soñar en blanco y negro. Pobre de ti si renuncias a la particularidad infantil de cada uno de los colores, créeme. La vida tan solo es una sucesión indefinida de caminos por los que, nos guste o no, debemos transitar. Los hay llanos, empedrados, cuesta arriba, cuesta abajo, rectos, curvos, transitados, solitarios, da igual, da igual cuál sea su naturaleza porque todos, sin remedio, conducen al mismo final. De nada sirve quedarse petrificado en el arcén, de nada desandar lo andado o aligerar el paso. No obstante, en nuestras circunstancias actuales, tenemos la suerte de ser nosotros mismos quienes elegimos con plena libertad qué camino seguir. Tú también, así que asume las consecuencias de tu decisión y, si no marchas cómodo por la senda actual, busca una vía alternativa que te facilite el viaje.

Emulando a una crecidita Dorothy “Garland” en El mago de Oz, para no perder el rumbo te recomiendo buscar incansable el camino de baldosas amarillas. No desesperes jamás si no das con él, no olvides, por favor, que siempre podrás contar con alguien que lo pinte para ti.


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