Sinopsis:
En el mismo momento que Pietro Paladini está en la playa salvando la vida de una desconocida junto a su hermano, su mujer muere víctima de un accidente doméstico. Mientras todo su entorno espera servir de consuelo a su duelo, él alivia su caos interior deambulando tranquilo por el parque a las puertas del colegio de su hija Claudia a la espera de que esta salga. Ante su incomprensible e inquietante conducta, sus compañeros de trabajo, sus amigos, familiares y conocidos deciden rendirse a lo evidente.
En el mismo momento que Pietro Paladini está en la playa salvando la vida de una desconocida junto a su hermano, su mujer muere víctima de un accidente doméstico. Mientras todo su entorno espera servir de consuelo a su duelo, él alivia su caos interior deambulando tranquilo por el parque a las puertas del colegio de su hija Claudia a la espera de que esta salga. Ante su incomprensible e inquietante conducta, sus compañeros de trabajo, sus amigos, familiares y conocidos deciden rendirse a lo evidente.
La otra noche pude disfrutar en La 2 de Caos Calmo protagonizada por Nanni Moretti, a mi modesto parecer uno de los mejores directores/actores (muy propia la conjugación fílmica de ambos roles en el país del “Chianti”, aunque yo sea más del “Est!! Est!! Est!!” de Montefiascone) que mayor credibilidad confiere a la escena italiana del momento. A pesar de en esta película no se encuentra tras las cámaras, al menos no directamente, firma como guionista y eso, quieras o no, se nota. Ya gocé hace algunos años de La habitación del hijo y sabía a lo que me enfrentaba, así que, con la mente exenta de prejuicios, me dejé llevar.
Caos calmo es en sí una paradoja vital, tan humana y real que
asusta. Es un vivir sin vivir en mí “santateresiano” a las puertas de un
colegio donde el protagonista espera sin desesperar a que algo suceda. Basada
en la novela homónima de Sandro
Veronesi, la historia se convierte en el retrato de una deriva
emocional que, dependiendo de cada cual, puede o no esconder mucho más de lo
que se ve a simple vista. Y de eso precisamente versa la película, del dolor
escondido, del duelo sin lágrimas, de los sentimientos a los que no somos
capaces de enfrentarnos y que acaban convirtiéndonos en una mala copia de
nosotros mismos. Benissimo.
Como
va siendo costumbre, no voy a ofrecer ningún dato que cualquiera
pudiera encontrar en la red con un rápido batir de dedos, prefiero comentar
que Caos calmo, ya desde el propio título, invita a
participar en un efectista juego lingüístico de sutil y esperanzador
final. El argumento, que se desarrolla en un ochenta por ciento en
las inmediaciones del colegio de la hija del protagonista, maquilla de calma
exterior lo que para cualquiera supondría un caos interior de consecuencias
demoledoras. El protagonista, un alto ejecutivo de edad media que acaba de
enviudar, padre de una niña que responde a la muerte de su madre con la misma
tranquilidad que su progenitor, se abandona a la más totalizadora nada
sin calibrar los daños colaterales que esta pueda provocar. Se agarra
con uñas y dientes a un “no hacer nada” que en realidad implica hacerlo todo
aunque desde un nuevo punto de vista. Un "no hacer nada" que le
obliga a elaborar listados mentales que le llenan la cabeza de datos sin
importancia que disfrazan lo realmente importante de mera anécdota. Un “no
hacer nada” que supone recluirse en un espacio abierto expuesto
a todas las miradas, un microuniverso recién descubierto que le permite
observar su vida desde una distancia prudencial, lejos de fusiones
empresariales y cuñadas trastornadas, para tomar conciencia de su
propio vacío interior. Un “no hacer nada” que se convierte en una forma
magistral de reconducirlo todo. Y en ese extraño estado de ensoñación en el que
hasta tiene cabida la escena de sexo más discutida en Italia de los últimos
años y de la que yo no pienso ser juez, una pequeña de diez años descubre entre
palíndromos incapaces de ofrecer una lectura alternativa que la muerte de un
ser querido es irreversible, pero el dolor que consume las entrañas y aletarga
los pensamientos está bendecido por el don de la reversibilidad.
Me
preguntabas no hace mucho cómo es posible reconstruir una ciudad tras un
devastador tsunami. Pues de la misma manera que se reconstruyen las vidas tras
la pérdida de un ser querido, con tiempo.
Plano
subjetivo:
Han
sido estos unos días difíciles que me han llevado a reconsiderar muchas de las
cosas que tengo por costumbre, bueno, en realidad por mala costumbre. Mientras
sigo aquí intentando no flagelarme más de lo recomendable, te confieso que me
sentí tan dentro de la película que detalles como la música o el cameo
de Polanski me parecieron solo elementos externos de los que
prescindir con facilidad. Con su misma tranquilidad he observado día a día a
Moretti sentada en el césped con un bloc de notas dentro del bolso y, aunque
era consciente de que no tenía nada que hacer con él por culpa de esa
escultural rubia amante de los animales que rondaba por allí (rubia,
¡siempre son rubias!), yo también le habría dado a ese alto ejecutivo que se
pasa el día atado a una particular nada que lo dice todo un abrazo fuerte
fuerte de esos que no dejan respirar. De momento, respecto al olvido, todo es
reversible. Crucemos los dedos...
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