miércoles, 24 de julio de 2013

"Caos calmo", una película de Antonello Grimaldi (2008)



Ficha Técnica:




Título original: Caos calmo

Director: Antonello Grimaldi

Género: Drama

Duración: 105 minutos

Pais: Italia







Sinopsis:

En el mismo momento que Pietro Paladini está en la playa salvando la vida de una desconocida junto a su hermano, su mujer muere víctima de un accidente doméstico. Mientras todo su entorno espera servir de consuelo a su duelo, él alivia su caos interior deambulando tranquilo por el parque a las puertas del colegio de su hija Claudia a la espera de que esta salga. Ante su incomprensible e inquietante conducta, sus compañeros de trabajo, sus amigos, familiares y conocidos deciden rendirse a lo evidente.


Primer plano:

La otra noche pude disfrutar en La 2 de Caos Calmo protagonizada por Nanni Moretti, a mi modesto parecer uno de los mejores directores/actores (muy propia la conjugación fílmica de ambos roles en el país del “Chianti”, aunque yo sea más del “Est!! Est!! Est!!” de Montefiascone) que mayor credibilidad confiere a la escena italiana del momento. A pesar de en esta película no se encuentra tras las cámaras, al menos no directamente, firma como guionista y eso, quieras o no, se nota. Ya gocé hace algunos años de La habitación del hijo y sabía a lo que me enfrentaba, así que, con la mente exenta de prejuicios, me dejé llevar.



Caos calmo es en sí una paradoja vital, tan humana y real que asusta. Es un vivir sin vivir en mí “santateresiano” a las puertas de un colegio donde el protagonista espera sin desesperar a que algo suceda. Basada en la novela homónima de Sandro Veronesi, la historia se convierte en el retrato de una deriva emocional que, dependiendo de cada cual, puede o no esconder mucho más de lo que se ve a simple vista. Y de eso precisamente versa la película, del dolor escondido, del duelo sin lágrimas, de los sentimientos a los que no somos capaces de enfrentarnos y que acaban convirtiéndonos en una mala copia de nosotros mismos. Benissimo.

Como va siendo costumbre, no voy a ofrecer ningún dato que cualquiera pudiera encontrar en la red con un rápido batir de dedos, prefiero comentar que Caos calmo, ya desde el propio título, invita a participar en un efectista juego lingüístico de sutil y esperanzador final. El argumento, que se desarrolla en un ochenta por ciento en las inmediaciones del colegio de la hija del protagonista, maquilla de calma exterior lo que para cualquiera supondría un caos interior de consecuencias demoledoras. El protagonista, un alto ejecutivo de edad media que acaba de enviudar, padre de una niña que responde a la muerte de su madre con la misma tranquilidad que su progenitor, se abandona a la más totalizadora nada sin calibrar los daños colaterales que esta pueda provocar. Se agarra con uñas y dientes a un “no hacer nada” que en realidad implica hacerlo todo aunque desde un nuevo punto de vista. Un "no hacer nada" que le obliga a elaborar listados mentales que le llenan la cabeza de datos sin importancia que disfrazan lo realmente importante de mera anécdota. Un “no hacer nada” que supone recluirse en un espacio abierto expuesto a todas las miradas, un microuniverso recién descubierto que le permite observar su vida desde una distancia prudencial, lejos de fusiones empresariales y cuñadas trastornadas, para tomar conciencia de su propio vacío interior. Un “no hacer nada” que se convierte en una forma magistral de reconducirlo todo. Y en ese extraño estado de ensoñación en el que hasta tiene cabida la escena de sexo más discutida en Italia de los últimos años y de la que yo no pienso ser juez, una pequeña de diez años descubre entre palíndromos incapaces de ofrecer una lectura alternativa que la muerte de un ser querido es irreversible, pero el dolor que consume las entrañas y aletarga los pensamientos está bendecido por el don de la reversibilidad.


Me preguntabas no hace mucho cómo es posible reconstruir una ciudad tras un devastador tsunami. Pues de la misma manera que se reconstruyen las vidas tras la pérdida de un ser querido, con tiempo.  





Plano subjetivo:


Han sido estos unos días difíciles que me han llevado a reconsiderar muchas de las cosas que tengo por costumbre, bueno, en realidad por mala costumbre. Mientras sigo aquí intentando no flagelarme más de lo recomendable, te confieso que me sentí tan dentro de la película que detalles como la música o el cameo de Polanski me parecieron solo elementos externos de los que prescindir con facilidad. Con su misma tranquilidad he observado día a día a Moretti sentada en el césped con un bloc de notas dentro del bolso y, aunque era consciente de que no tenía nada que hacer con él por culpa de esa escultural rubia amante de los animales que rondaba por allí (rubia, ¡siempre son rubias!), yo también le habría dado a ese alto ejecutivo que se pasa el día atado a una particular nada que lo dice todo un abrazo fuerte fuerte de esos que no dejan respirar. De momento, respecto al olvido, todo es reversible. Crucemos los dedos...

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