Esta
noche me he tomado unos minutos para pensar en ti, para mirarte metafóricamente
a los ojos y, con una sonrisa neutra, recordarte que hubo una época en la que
tú y yo pensábamos de la misma manera. No sé en qué momento o por qué
circunstancia nos abandonamos a la costumbre, pero intuyo que eso es algo que a
ti ya te importa tan poco como a mí. Así funcionan en realidad estas cosas.
Esta noche creo haber adoptado el papel de un Adán al que un dios todopoderoso
y apolítico le acaba de arrancar una costilla. Si Paul Sheldon rondara por aquí
cerca le pediría el número de teléfono de Annie Wilkes, igual ella podría
pasarme algunas cápsulas de “Novril”. Me temo que, por mucho que se empeñe el
Altísimo en modelar el fisurado hueso, de mí no va a surgir ninguna pecaminosa
Eva. Hoy
ha sido un día intenso. Hemos tenido visita en casa desde bien temprano y ahora
necesito desconectar... hasta de ti.
A día de hoy dudo de que existan carreras
cinematográficas tan largas e intensas como la del “director de la oronda
figura”, Claude Chabrol, historia viva del séptimo arte francés. Durante cuatro
décadas su manera de recrear estéticas y narrativas clásicas, que el cine
comercial ha relegado por desgracia casi al olvido, ha resultado ser en cifras
todo un atrevimiento. En el corazón de la mentira no es una excepción.
Delicadamente pausada, literaria, teatral y bañada en aguas de otro tiempo,
esta cinta se convierte desde el inicio en un auténtico placer para los
sentidos.


La acción transcurre al ritmo de las vidas de los propios personajes, pausada pero continua, al estilo de un algodón de azúcar esponjoso que se va formando poco a poco en una barraca de feria a los ojos de un niño. Las mentiras encadenas que se hilan a lo largo de la historia terminan por tejer un tapiz bicolor de la edad adulta, el reflejo de la rutina más pegajosa, el escaparate de las enfermedades del alma, la sociedad al natural.
Sinopsis: Una niña de 10 años aparece estrangulada en un pequeño pueblo de Bretaña. La comisaria, recién llegada a la comarca, comienza interrogando a René, profesor de dibujo y última persona que vio a la pequeña con vida. Los rumores sobre René se multiplican al tiempo que Viviane, su mujer, lucha contra ellos. Pero el descubrimiento durante la investigación de la relación de Viviane con un famoso escritor se suma a la confusión general. Una segunda muerte violenta acaba por aterrorizarlos. La comisaria escucha. El pueblo al completo habla.
“Quand je suis avec toi tu ne peux pas te retrouver"
“Quand je suis avec toi tu ne peux pas te retrouver"
Existencias
aburridas, convivencias maltrechas, parejas venidas a menos, historias
cotidianas bañadas por la cadencia abrumadora de la lengua de Baudelaire y Les
fleurs du mal, un rato de relax, unos minutos para pensar en ti, el resto del día para hacerlo en mí. No, no se puede pedir más.
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