domingo, 5 de mayo de 2013

"Au cœur du mensonge", una película de Claude Chabrol (1999)

Esta noche me he tomado unos minutos para pensar en ti, para mirarte metafóricamente a los ojos y, con una sonrisa neutra, recordarte que hubo una época en la que tú y yo pensábamos de la misma manera. No sé en qué momento o por qué circunstancia nos abandonamos a la costumbre, pero intuyo que eso es algo que a ti ya te importa tan poco como a mí. Así funcionan en realidad estas cosas. Esta noche creo haber adoptado el papel de un Adán al que un dios todopoderoso y apolítico le acaba de arrancar una costilla. Si Paul Sheldon rondara por aquí cerca le pediría el número de teléfono de Annie Wilkes, igual ella podría pasarme algunas cápsulas de “Novril”. Me temo que, por mucho que se empeñe el Altísimo en modelar el fisurado hueso, de mí no va a surgir ninguna pecaminosa Eva. Hoy ha sido un día intenso. Hemos tenido visita en casa desde bien temprano y ahora necesito desconectar... hasta de ti. 

A día de hoy dudo de que existan carreras cinematográficas tan largas e intensas como la del “director de la oronda figura”, Claude Chabrol, historia viva del séptimo arte francés. Durante cuatro décadas su manera de recrear estéticas y narrativas clásicas, que el cine comercial ha relegado por desgracia casi al olvido, ha resultado ser en cifras todo un atrevimiento. En el corazón de la mentira no es una excepción. Delicadamente pausada, literaria, teatral y bañada en aguas de otro tiempo, esta cinta se convierte desde el inicio en un auténtico placer para los sentidos.
En Au coeur du mensonge Chabrol utiliza la relación de un profesor con una de sus alumnas como excusa argumental para desarrollar varias historias paralelas de amor y muerte en un pueblo del norte del país. Esta película, representativa del cine noir francés, es una sutil crítica social en la que el espectador paladea con sumo gusto la música que la acompaña. Cerrar los ojos y dejarse poseer por ella es como saborear un beso húmedo y tranquilo que parece que no vaya a acabar nunca. Un beso de esos en los que los labios casi no se mueven, salvo por el rictus imperceptible de una pareja de sonrisas nerviosas, mientras las lenguas bailan en perfecta armonía un vals arropadas por la cavidad de dos bocas que se desean momentáneamente por encima de todas las cosas. No se puede pedir más.





La acción transcurre al ritmo de las vidas de los propios personajes, pausada pero continua, al estilo de un algodón de azúcar esponjoso que se va formando poco a poco en una barraca de feria a los ojos de un niño. Las mentiras encadenas que se hilan a lo largo de la historia terminan por tejer un tapiz bicolor de la edad adulta, el reflejo de la rutina más pegajosa, el escaparate de las enfermedades del alma, la sociedad al natural.


Sinopsis: Una niña de 10 años aparece estrangulada en un pequeño pueblo de Bretaña. La comisaria, recién llegada a la comarca, comienza interrogando a René, profesor de dibujo y última persona que vio a la pequeña con vida. Los rumores sobre René se multiplican al tiempo que Viviane, su mujer, lucha contra ellos. Pero el descubrimiento durante la investigación de la relación de Viviane con un famoso escritor se suma a la confusión general. Una segunda muerte violenta acaba por aterrorizarlos. La comisaria escucha. El pueblo al completo habla.


                                “Quand je suis avec toi tu ne peux pas te retrouver"


Existencias aburridas, convivencias maltrechas, parejas venidas a menos, historias cotidianas bañadas por la cadencia abrumadora de la lengua de Baudelaire y Les fleurs du mal, un rato de relax, unos minutos para pensar en ti, el resto del día para hacerlo en mí. No, no se puede pedir más.

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