jueves, 23 de mayo de 2013

"Café de Flore", una película de Jean-Marc Vallée (2011)


Ficha Técnica:


Título original: Café de Flore

Director: Jean-Marc Vallée

Género: Drama

Duración: 120 minutos

País: Canadá






Sinopsis:


Antoine, un exitoso DJ de Montreal, lo tiene todo al alcance de la mano para ser feliz. El amor de Rose, su nueva pareja. El cariño de sus dos hijas. La entrega afectuosa de sus padres. Dinero. Salud. Y una profunda crisis existencial favorecida por Carole, su exmujer, su amor de juventud, el hilo de unión con la historia de Jacqueline, una madre entregada a la crianza en solitario de su hijo Laurent, síndrome de Down, en el París de los años sesenta. Su afán por no dejar desprotegido socialmente al pequeño roza la obsesión. La vida común de madre e hijo fluye con la tranquilidad de las aguas del Sena hasta que aparece Veronique, una nueva compañera de colegio del pequeño aquejada del mismo síndrome, con la que Laurent pronto conectará de manera excepcional. El mundo se agita bajo los pies de Jacqueline, que no sabe aceptar que su hijo necesite a alguien que no sea ella misma, como lo hace bajo los de Carole, que sufre al comprobar que su exmarido es feliz en los brazos de otra mujer.



En la teoría:

Estos días están siendo muy especiales para mi hijo. Comienza una nueva etapa en su vida sin celulosa ni toallitas húmedas. Él mismo sabe, dentro del entendimiento propio de su edad, que es el único protagonista de algo importante que está ocurriendo a su alrededor. No voy a mentir, le está costando. Se niega a utilizar el orinal y, así, es difícil. Que tenga paciencia me dicen las señoritas, que solo lleva cuatro días... ¡y veinte lavadoras! Hace un rato, mientras yo servía la comida, se ha acercado a mí muy apurado, casi haciendo “pucheritos”, con el pantalón empapado:
- Mamá, soy malo.
- No, cariño, tú no eres malo, eres el niño más bueno del mundo. ¿Por qué dices que eres malo?
- Porque me he hecho pipí encima.

Me lo temía. "La comida puede esperar". Tocaba momento charla madre-hijo. Reconozco que no sé cómo hacerle entender que se trata solo de una fase evolutiva, que no me enfado porque aún no sepa controlar los esfínteres ni que tampoco me importa ir tras él con la fregona para limpiar lo que ensucia cada treinta minutos. Intuyo que me sobran palabras aunque sé que compenso con las buenas intenciones. No me queda más que echarle paciencia. Me he arrodillado en el suelo, me he sentado sobre las piernas para estar a su altura y lo he colocado frente a mí. “¡Ay, dios, qué le digo yo ahora!”. He respirado hondo y... Al final, él ha sonreído satisfecho. Yo, también.
Creo que jamás podré entenderme con nadie tan bien como me entiendo con él. Si yo creyera en la existencia del alma, que no creo, desde luego que sin duda alguna nombraría a mi hijo portador de mi alma gemela aun sabiendo que la apreciación no es compartida. Soy de las que defienden que la conexión que se establece entre los seres humanos es más química que espiritual y viene motivada por detonantes tan dispares como una mirada dirigida a los labios o un recurrente déjà-vu, nueve meses en el vientre o cinco minutos en el "Messenger", un silencio prolongado o una llamada a tiempo. Nunca se necesitan demasiadas razones, solo algo de voluntad. Estoy segura de que en la inmensidad del mundo existe alguien con quien poder conectar con la facilidad, la simpleza y la exactitud de un puzle de dos piezas. En eso consiste exactamente Café de flore, una coproducción franco-canadiense de 2011 dirigida por Jean-Marc Vallée.

La crítica española no fue nada benévola con la tercera película de Vallée tras la aclamada y totalmente recomendable C.R.A.Z.Y. (2005). ¡Ah, los críticos y sus patochadas! La tacharon de auténtica pifia, de pretensiosa y descuidada, de caos mal resuelto y de no sé cuántas cosas terribles más. Lo cierto es que a mí, como espectadora, no me pareció nada de eso. Igual es que yo no escribo movida por las cifras de la taquilla, no sé. Desde luego, si estos son los mismos que opinan que el papel interpretado por sir Ben Kingsley en Ironman 3 es un gusto para los sentidos, apaga y vámonos.

El planteamiento argumental de Café de flore presenta una dualidad alternante desde el inicio de la película hasta casi el final, cuando se descubre el punto de unión de dos historias, aparentemente lejanas en espacio (París-Montreal) y tiempo (años sesenta-actualidad) pero con dos elementos comunes: El amor incondicional (de una madre por su hijo-de una mujer por su exmarido) y la canción que da título a la película ("Café de flore" de Matthew Herbert). La estructura triangular es la encargada de generar la tensión argumental al punto de su ruptura. Jacqueline-Laurent-Veronique y Carole-Antoine-Rose conforman dos triángulos de aristas redondeadas en los que el amor es bien y mal entendido en diferente proporción. ¿Existen las almas gemelas?, parece que sí, aunque no siempre se sea correspondido.

Ese es el caso de Jacqueline y de Carole, dos mujeres y una única obsesión. La primera en el París de los años sesenta, abandonada por su marido, lucha por evitar la exclusión social de su hijo con síndrome de Down. La segunda en el Montreal de nuestros días, ve como su exmarido, un afamado DJ, sufre una gran crisis de identidad. Dos ciudades diferentes, dos épocas diferentes, pero un mismo amor atemporal visto desde un prisma obsesivo y protector. El final de la cinta, inimaginable pese a las sutiles pistas que se nos descubren, ayuda al espectador a unir los fragmentos de una historia que se alarga cuatro décadas en el tiempo.


Una mención especial merece el recurrente artificio de Vallée que, como ya hiciera en C.R.A.Z.Y., convierte la ambientación musical en hilo conductor de una acción cambiante al estilo de los discos en los platos de un DJ experimentado. Tomando de referente la canción de Herbert en sus múltiples variantes, el recorrido sonoro regala temas de "The Cure", "Pink Floyd" y "Sigur Rós" entre otros. Gracias a esta exquisita banda sonora se liberalizan las emociones de los protagonistas: Una forma magistral de utilizar un bien universal en propio beneficio.




En la práctica:

Café de flore es una película intensa, emotiva y conmovedora, sensible y musical. Es una historia corriente de amores extraordinarios que no sucumben a la muerte, ni real ni metafórica, y que intentan mantenerse intactos recluidos en una burbuja. Es la historia de personas que tienen los ingredientes necesarios para ser felices y que, sin embargo, no lo son. Tal vez sea tu historia. O la del vecino. Puede que un día sea la de mi hijo. O quizás la del tuyo. No lo sé, nunca se sabe. ¿Me permites un consejo?, si quieres conservar a tu alma gemela regálale un hueco en el cajón de tus calcetines. Cada cual que saque sus propias conclusiones.


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