Ficha técnica:
Título
original: Le mépris
Guion:
Jean-Luc Godard (basado en la novela Il
disprezzo del italiano Alberto Moravia, 1954)
Reparto principal: Brigitte Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance, Fritz Lang
Género: Drama
“Cuando oigo la
palabra cultura, cojo mi talonario”
Sinopsis:
Paul y su atractiva esposa,
Camille, forman la pareja perfecta: Se aman hasta perder el
aliento, se confiesan sin pudor sus secretos más íntimos y se entregan el uno
al otro sin reservas ajenos al resto del mundo. Nada parecía que pudiera enturbiar su vida común hasta que un buen día a Paul, entusiasta dramaturgo sin éxito, le ofrecen la
posibilidad de escribir el guion de una gran producción americana. Inseguro en
un terreno que no domina, propicia de forma inconsciente una confusión entre el
productor y Camille, que comienza a sentirse una moneda
de cambio entregada al mejor postor. Como consecuencia de la situación, el
matrimonio se ve inmerso en una dolorosa crisis que tendrá al desprecio como
principal protagonista.
Plano subjetivo:
Aunque
esta película está dirigida por uno de los mejores directores franceses de cine
y considerada una obra de culto por la crítica internacional, en sí, despojada
de todo artificio técnico y estético, El desprecio es una reflexión
certera e íntima sobre una crisis matrimonial como cualquier otra, habida y por
haber, entre dos personas que se aman por encima de todo pero que permiten que
la falta de diálogo separe sus caminos. En
realidad esto le puede ocurrir a cualquiera que no sepa superar los obstáculos
que impone la convivencia. ¿Cuántas veces has escuchado decir con orgullo
“nosotros nos conocemos tan bien que, solo con mirarnos, ya sabemos lo que
piensa el otro”?. Muchas, ¿verdad? Pues ese es el grave error que cometen Paul
y Camille antes de abandonarse a la apatía marital: Pensar por el otro.
Con
el único propósito de satisfacer las necesidades que cree que tiene su mujer,
Paul emprende una cruzada profesional que lo convierte en un ser taciturno y
desconfiado. Por su parte, Camille decide contraatacar con una buena dosis de
indiferencia a los silencios de su marido. ¡Con lo fácil que habría resultado
preguntar “qué nos está ocurriendo”! Al parecer ellos tampoco necesitaban
palabras para comunicarse, con solo un cruce de miradas podían precisar qué
rondaba por la cabeza del otro con la exactitud de un reloj suizo... así les
fue.
Sí,
ya sé que las generalidades no son buenas, que media vida (o una entera)
compartida con la misma persona concede ciertas licencias a la historia.
También sé que hay circunstancias en las que los silencios son tan necesarios como
el aire que se respira y que encontrar la forma o el momento de hacer al otro
partícipe de un sentimiento no siempre es tarea fácil pero, si no lo intentas,
si no te arriesgas a expresar con sinceridad tus necesidades o carencias, El desprecio ya te adelanta el precio a
pagar. Tú decides.
*Esta entrada, junto a los comentarios generados, puede leerse en la sección “Tu mejor tú” incluida en la web www.despiertatumejortu.es.
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