“-Mami,
¿qué es ganar una (apuesta) triple?
-Es cuando alguien te quiere… mucho”
-Es cuando alguien te quiere… mucho”
No encontrar las palabras
adecuadas para transmitir una emoción tal y como mi cuerpo la ha experimentado
me da auténtico pavor. No soy nada de lo que puedas imaginar, no interpreto ningún papel, no intento ser algo ni alguien que no soy. Paseo anónima por las calles de una ciudad que, sin ser la mía, siento como tal y sentada en cualquier lugar, real o ficticio, espero observar en
silencio cómo una sucesión de letras negras se va adueñando del blanco de fondo
cual legión de hormigas de finas patitas deseosas de un dulce festín.
La comodidad de convivir
con la persona que un día elegí me hace olvidar el dolor tan intenso que
consume las entrañas cuando ves a quien deseas rozar sus labios con los de
alguien que no eres tú. En la distancia, quizás escondido entre las sombras de
una noche que preferirías no estar viviendo, observas el devenir pausado de sus
manos a los largo de un cuerpo que no es el tuyo y, lo quieras o no, te
imaginas el resto. Cierras los ojos para borrar esa imagen de tus retinas pero
ni la oscuridad te ciega. Es entonces cuando el ritmo cardíaco se dispara, se
descompasa con la cadencia de cada soplo de aire y el propio organismo entra en
un estado de caos. En la distancia que supone el no sentirse correspondido
terminas reconociendo, con la mirada fija en el suelo, que es lógico que tu
lugar lo ocupe alguien más guapo, más alto y más rubio que tú. En esas
ocasiones la decepción nos hace olvidar que las oportunidades que nos regala la
vida no se pierden, solo las aprovechan otros.
Je vous trouve très beau (traducida al
español como Eres muy
guapo) es una sencilla historia de segundas oportunidades que gira en
torno a Aymé (Michel Blanc), un campesino francés que pierde a su esposa en un
accidente. Superado el shock
inicial, el tosco protagonista centra su preocupación en lo arduo que se le
hará el trabajo ahora que ella ya no está. Consciente de que en un pueblo tan
pequeño las posibilidades de encontrar ayuda para su granja son tan escasas
como las de hallar a una nueva compañera, Aymé recurre a los servicios de una
agencia matrimonial para pagar con techo y comida esos servicios. Gracias a su
excéntrica directora, que lejos de recluir a una francesita en busca de amor
entre esas cuatro paredes le recomienda viajar a Rumania,
ambos acuden a un país en el que una gran cantidad de mujeres, con sueños de
pasarela, están dispuestas a cumplir sus deseos sin rechistar con tal de salir
de la pobreza que las rodea. En este contexto tan cómico como trágicamente real, el
encuentro con Elena (Medeea Marinescu), la única mujer que no le miente sobre
su aspecto físico, será el punto de partida de un cambio de vida radical en el
que el sentimiento de culpa por lo que se podría considerar una compra conduce
con delicadeza la acción. Extraordinaria.
El
silencio absoluto también me asusta. Me hace sentir tremendamente sola incluso
estando acompañada. Algún día perderé el gusto por los pequeños placeres pero,
hasta que ese momento llegue, esta película de tonalidades azules en la que la
engañosa luna tiñe de blanco las solitarias noches me hace recordar que la
valía de quien ama reside en aquello que solo sus ojos ven. Para qué más.
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