martes, 16 de abril de 2013

"Eres muy guapo", una película de Isabelle Mergault (2006)




“-Mami, ¿qué es ganar una (apuesta) triple?
-Es cuando alguien te quiere… mucho” 




No encontrar las palabras adecuadas para transmitir una emoción tal y como mi cuerpo la ha experimentado me da auténtico pavor. No soy nada de lo que puedas imaginar, no interpreto ningún papel, no intento ser algo ni alguien que no soy. Paseo anónima por las calles de una ciudad que, sin ser la mía, siento como tal y sentada en cualquier lugar, real o ficticio, espero observar en silencio cómo una sucesión de letras negras se va adueñando del blanco de fondo cual legión de hormigas de finas patitas deseosas de un dulce festín.

La comodidad de convivir con la persona que un día elegí me hace olvidar el dolor tan intenso que consume las entrañas cuando ves a quien deseas rozar sus labios con los de alguien que no eres tú. En la distancia, quizás escondido entre las sombras de una noche que preferirías no estar viviendo, observas el devenir pausado de sus manos a los largo de un cuerpo que no es el tuyo y, lo quieras o no, te imaginas el resto. Cierras los ojos para borrar esa imagen de tus retinas pero ni la oscuridad te ciega. Es entonces cuando el ritmo cardíaco se dispara, se descompasa con la cadencia de cada soplo de aire y el propio organismo entra en un estado de caos. En la distancia que supone el no sentirse correspondido terminas reconociendo, con la mirada fija en el suelo, que es lógico que tu lugar lo ocupe alguien más guapo, más alto y más rubio que tú. En esas ocasiones la decepción nos hace olvidar que las oportunidades que nos regala la vida no se pierden, solo las aprovechan otros.

Je vous trouve très beau (traducida al español como Eres muy guapo) es una sencilla historia de segundas oportunidades que gira en torno a Aymé (Michel Blanc), un campesino francés que pierde a su esposa en un accidente. Superado el shock inicial, el tosco protagonista centra su preocupación en lo arduo que se le hará el trabajo ahora que ella ya no está. Consciente de que en un pueblo tan pequeño las posibilidades de encontrar ayuda para su granja son tan escasas como las de hallar a una nueva compañera, Aymé recurre a los servicios de una agencia matrimonial para pagar con techo y comida esos servicios. Gracias a su excéntrica directora, que lejos de recluir a una francesita en busca de amor entre esas cuatro paredes le recomienda viajar a Rumania, ambos acuden a un país en el que una gran cantidad de mujeres, con sueños de pasarela, están dispuestas a cumplir sus deseos sin rechistar con tal de salir de la pobreza que las rodea. En este contexto tan cómico como trágicamente real, el encuentro con Elena (Medeea Marinescu), la única mujer que no le miente sobre su aspecto físico, será el punto de partida de un cambio de vida radical en el que el sentimiento de culpa por lo que se podría considerar una compra conduce con delicadeza la acción. Extraordinaria.

  


El silencio absoluto también me asusta. Me hace sentir tremendamente sola incluso estando acompañada. Algún día perderé el gusto por los pequeños placeres pero, hasta que ese momento llegue, esta película de tonalidades azules en la que la engañosa luna tiñe de blanco las solitarias noches me hace recordar que la valía de quien ama reside en aquello que solo sus ojos ven. Para qué más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario